Parálisis
cerebral infantil
La parálisis cerebral es una alteración que afecta
al músculo, la postura y el movimiento, provocada por alguna
lesión en un cerebro en desarrollo, desde el embarazo, parto,
hasta los 5 años (momento en que el cerebro alcanza el 90%
de su peso). No se trata pues de una única enfermedad, sino
de un grupo de condiciones que provocan un mal funcionamiento de
las vías motoras (áreas del cerebro encargadas del
movimiento) en un cerebro en desarrollo y que son permanentes y
no progresivas. También la severidad de la afectación
es variable: encontramos desde formas ligeras a formas graves con
importantes alteraciones físicas, con o sin retraso mental
o convulsiones.
En un 40% de casos se desconoce la causa (idiopáticos) y
en el 85% está presente al nacer (congénitos). Las
causas son múltiples, pudiendo ser malformaciones, lesiones
cerebrales que ocurren durante la vida fetal por infección
o falta de oxigeno y riego sanguíneo, problemas del parto
y lesiones o accidentes postnatales secundarios a meningitis, encefalitis,
accidentes de tráfico, ahogamiento, etc. También pueden
presentarla los prematuros muy pequeños que han tenido complicaciones
en los primeros meses de vida.
La parálisis cerebral se clasifica según las extremidades
a las que afecta y el tipo de problema del movimiento que origina.
Cuando se afecta un brazo o una pierna se le llama monoplejia, si
se afecta el brazo y la pierna del mismo lado se llama hemiplejia,
si se afectan las dos piernas paraplejia y diplejia si existe mayor
afectación de las piernas y poca de los brazos. Triplejia,
si se afecta un brazo y las dos piernas. Quadriplejia si la afectación
es de brazos y piernas.
Los tipos de trastorno muscular y del movimiento son la espasticidad,
es la forma más frecuente (70%), implica una lesión
de la corteza cerebral y produce un aumento del tono muscular, por
lo que los músculos se encontrarán rígidos
y duros. Atetosis, que se caracteriza por unos movimientos musculares
irregulares e incontrolados que dificultan el control de la postura
y del movimiento de las extremidades. Reacciones musculares mixtas,
en las cuales se pueden dar situaciones de los dos casos anteriores:
espasticidad y atetosis.
La combinación de la localización y el tipo de desorden
muscular nos dará la clase de parálisis, así
si afecta a medio cuerpo y presenta espasticidad tendremos una hemiplejia
espástica, o si afecta un brazo y atetosis será una
monoplejia atetósica. Los niños que presentan espasticidad
muscular tienen los músculos como "el cierre de una
navaja" duros, con mucha resistencia al movimiento, si consiguen
caminar lo hacen con una marcha,"en tijera" y apoyándose
sobre las puntas de los dedos de los pies. En cambio, los niños
con atetosis son todo lo contrario, tienen movimientos continuos
sin propósito, presentando muecas faciales y giros continuos
de las manos y de los músculos de la lengua y de la boca.
Los niños con parálisis cerebral pueden tener también
problemas asociados como el retraso mental, que aparece en las dos
terceras partes de los niños con cuadriplejia espástica.
Este retraso puede ser más o menos importante según
la localización y el grado de la afectación cerebral.
A veces pueden también tener convulsiones y problemas de
lenguaje y del habla, oculares y de la audición.
El diagnóstico puede sospecharse por el cuadro clínico,
los antecedentes médicos y la exploración física,
especialmente del sistema nervioso. En ocasiones el diagnóstico
no será evidente al nacer, pero la exploración por
parte del pediatra y los controles repetidos podrán ayudar.
Así, estos controles, especialmente los que vigilan el desarrollo
psicomotor del niño, nos indicarán cuándo será
necesario recurrir a consultar al neuropediatra para descartar o
no esta patología. Si el niño presenta alteraciones
para sonreir, mantenerse sentado, gatear y caminar, aunque no se
presenten alteraciones en el habla o en la comprensión del
lenguaje, habrá que evaluarlo.
La parálisis cerebral no tiene tratamiento curativo, aunque
sí podemos tratar y mejorar los efectos de esta lesión
cerebral irreversible. Debemos conseguir, según el grado
de afectación (debemos recordar que niños con parálisis
grave pueden tener una inteligencia normal), que el niño
alcance su mayor nivel de independencia y la capacidad para desenvolverse
y disminuir sus limitaciones.
Se necesitará la colaboración de un equipo multidisciplinar
(social, psicológico, sanitario y educativo) para desarrollar
un programa estructurado de tratamiento, que orientará y
colaborará con la familia sobre los variados aspectos que
será necesario tratar (desde ayudas ortopédicas a
centro educativo, adaptaciones personalizadas, logopedia, etc.),
pues estos niños ya sabemos que además del trastorno
motor suelen tener problemas visuales y auditivos, pueden también
tener dificultades en la comunicación y en ocasiones, convulsiones.
Necesitaran la ayuda de un fisioterapeuta para mejorar el estado
muscular, especialmente en las formas espásticas, y evitar
deformidades que requieran tratamiento ortopédico. Los fármacos
tienen poca utilidad en la parálisis cerebral, a excepción
de los casos que tengan epilepsia o convulsiones.
Por último, cabe destacar el hecho de que muy pobres quedarán
estos cuidados si sólo van destinados a tratar la alteración
en el niño; ésta, como cualquier otra alteración
crónica en la infancia, afecta al niño y a su entorno
cercano, generalmente su familia, por lo que se hace necesaria,
desde una visión global y siempre buscando el mayor progreso
y beneficio para el niño, el que los padres participen activamente
en todo, posean suficiente información y formación,
así como el que pertenezcan a alguna asociación de
grupos de padres de ayuda mutua y puedan disponer de momentos de
respiro para ellos; por todo esto reiteramos la importancia de que
esta situación sea atendida desde un equipo multiprofesional. |
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